Hemos hablado ya de importantes iconos de la moda y la elegancia internacionalmente reconocidos. España también tiene figuras a la altura de los más grandes, y uno de sus máximos referentes es el gran Cristobal Balenciaga.
Todos en el mundo de la moda conocen al diseñador de Guetaria. Fallecido en 1972, su legado perdura vinculado a la alta costura y la elegancia en grado máximo. Como tantos otros grandes, pasó una importante parte de su vida profesional en París, y sus propios contemporáneos reconocían su capacidad no sólo de dibujar sus bocetos, sino también de confeccionar sus diseños.
Con predilección por los tejidos con peso, los vestidos negros, los abrigos cuadrados sin cuello ni botones, la manga japonesa o el vestido túnica, le gustaba crear distintos volúmenes y siluetas que vestían de elegancia a la mujer. Y concebía esta elegancia desde la sobriedad, sin grandes artificios, jugando con las propias posibilidades que sus telas y su creatividad le permitían.
Ello, junto con su carácter reservado, su método de trabajo riguroso y discreto y su minuciosidad al confeccionar sus diseños, le coronó como el modisto deseado por conocidas clientas de la aristocracia y la alta sociedad.
En 1969, poco antes de retirarse, cogió el testigo anteriormente aceptado por Christian Dior, de diseñar el uniforme de la compañía aérea Air France.
A diferencia de otros grandes de la alta costura, jamás hizo colecciones pret-a-porter. Fue tras su muerte cuando se abrió esta línea de diseño bajo el nombre de su marca.
La última obra de Balenciaga la hizo después de retirarse al aceptar el encargo del vestido de novia de la nieta del general Franco, Carmen Martínez Bordiu. (1972)
Fue maestro de otros grandes como Paco Rabanne, Emanuel Ungaro, Óscar de la Renta o Hubert de Gyvenchy; y su obra se ha expuesto en entornos tan casi inalcanzables como el Museo Metropolitano de Nueva York, entre obras de Goya, Velázquez, El Greco, Zuloaga, Miró o Picasso, inspiradoras del modisto. En Getaria se encuentra la Fundación Cristobal Balenciaga Museoa, desde donde se promovueve, difunde y potencia la trascendencia que la figura y obra del modisto han tenido en el mundo de la moda en general y la alta costura en particular.
Así decía Balenciaga: un modisto debe ser arquitecto para los planos, escultor para formas, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo en el sentido de la medida”.
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